Vivir una vida justa a los ojos de Dios requiere sumisión a Su voluntad en todo momento. Adorarlo en espíritu y en verdad, sin doblez de ánimo.
No más servir a dos amos. No más servir a otros dioses. ¿Es esto posible en este mundo oscuro y con nuestra naturaleza caída?
Puede ser, y el autor reflexiona sobre un camino que puede ayudar a quienes estén dispuestos a lograr este objetivo.
Sólo nos pide apartar todo nuestro ser del ruido del mundo y acercarnos a la palabra de Dios y vivirla plenamente.
¿Tenemos lo que se necesita para hacerlo?
Porque en este ámbito, el velo de los cinco sentidos y el materialismo impiden a la mayoría de la humanidad percibir al Espíritu Santo y esto ha desfigurado a toda nuestra humanidad. Y como estamos hipnotizados por el mundo exterior...
¿Podemos enfrentar este desafío? ¿Para vivir una vida justa en espíritu y en verdad? ¿O somos nosotros mismos un reino dividido?
Si lo somos, no nos levantaremos en la hora del Señor.