"Este trabajo pretende expresar en palabras lo que este año apocalíptico (¿o de génesis?) nos ha robado, pero también lo que nos ha entregado. Año que si sumamos sus dígitos nos da 40: año de cuarentena; de regeneración, de reflexión, desesperación, tristeza y pérdida, pero también esperanza, introspección, auto conocimiento y renovación. Ésta ha sido una pandemia sin precedente, no sólo por su fatalidad, sino por su universalidad; hemos presenciado el mismo sentido del humor, las mismas recomendaciones, el mismo desconcierto y las mismas tristezas en literalmente todo el mundo. Creo que, si este episodio de la humanidad no nos une, no habrá nada que lo logre. Desde mi humilde trinchera, en México en el idioma español, me aventuro a unir a aquellas voces con quien he coincidido en este oficio de la escritura, personas que han enriquecido mi vida con sus textos, me han hecho crecer como ser humano y me han inspirado a seguir observando, seguir sintiendo y seguir buscando las palabras para expresar.
Agradezco a esas voces que, desde el interior, se suman a este grito literario que nace de la necesidad de compartir las vivencias universales a través de las tribulaciones en una casa de ancianos, el cuidado de una madre en casa o no tener padres sino tan sólo un armario, el miedo a la muerte, el afán de vivir, descubrir algo en la casa del vecino, descubrir la naturaleza de los vecinos, preguntar a Dios sus intenciones, pero confiar en él, pensar en el amor que no fue, añorar el mundo de antes, descuidar la casa, vivir la pandemia en las calles, vivirla con cáncer y encontrar motivos para vivir, dibujarse las propias ventanas, dejarse o no la barba, y ¿por qué no? Agradecer a China por alguna que otra aportación." María Cecilia Zúñiga